¿Supone usted que casi me ha olvidado?

Laurence Olivier y Merle Oberon en la versión de William Wyler (1939)
 —¿Supone usted que casi me ha olvidado?— dijo—. ¡Oh, Nelly! ¡Bien sabe usted que no! Usted sabe tan bien como yo que por cada pensamiento que dedique a Linton tiene mil para mí. En el período más miserable de mi azarosa vida tuve una sensación de esa clase: me obsesionaba al regresar aquí el verano pasado; pero ahora sólo su afirmación pudo hacer que esta horrible idea renazca en mí de nuevo. Y entonces, ni Linton sería nada, ni Hindley, ni todos los sueños que jamás pude soñar. En dos palabras se resumiría mi futuro: la muerte y el infierno. Mi existencia después de perderla sería un infierno. Sin embargo, fui un insensato al imaginar por un momento que estimaba ella más el cariño de Edgar Linton que el mío. Si el la amaba con toda la fuerza de su alma mezquina, no podría nunca, ni aunque viviera ochenta años, amarla como yo en un sólo día. Y Catherine tiene un corazón tan profundo como el mío; pretender monopolizar su amor para él sería tanto como vaciar el Océano con un cubo. ¡Bah! Le quiere escasamente un poco más que a su perro o a su caballo. No está en él el ser amado como yo. ¿Cómo puede amar en él lo que él no tiene?
Emily Brönte, Cumbres Borrascosas

Comentarios

  1. Nunca me dejará de maravillar esta novela...
    Este pasaje en concreto es para leerlo y leerlo hasta la saciedad.

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