A propósito del 5 de mayo


Este año se conmemora el 150 aniversario de la Batalla de Puebla. Las celebraciones, que hoy iniciaron con la presencia de Calderón en el lugar, tuvieron un costo aproximado de 160 mdp. Para la celebración se han considerado nada menos que un espectáculo nocturno producido por los encargados del evento de inauguración y clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Por su parte la Lotería Nacional realizará un sorteo especial de más de 76 millones de pesos en premios y reintegros en dos series.

Sin embargo, a pesar de tanta publicidad que se ha hecho este año, no falta algún despistado que confunde los acontecimientos y viene a narrar quién sabe qué cuento sobre lo sucedido en Puebla. Cuando hablé del asunto con Saúl, me contó sobre un caso real, que vale la pena mencionar.

Resulta que en un acto cívico realizado en un CECYTEM, el director del plantel preguntó si alguien sabía qué se conmemora el 5 de mayo. Tras un largo rato de silencio, una muchacha se atreve a pasar al frente a decir que se celebraba la Batalla de Puebla, en la que el ejército mexicano derrotó al francés en 1862. La respuesta, aunque breve, fue correcta y concisa, pero tal parece que no fue del todo suficiente para el director, quien enseguida tomó el micrófono y dijo: "No sólo es la batlla de Puebla, no, es la victoria mexicana en la Guerra de los Pasteles." Por si este pequeño descuido histórico no fuese suficiente, el director comenzó un discurso que más o menos trató de que el cinco de mayo había sido una victoria contra un país que lo gobernaba Napoleón, ese que dijo que con diez Morelos conquistaba México (aquí se refería a Napoleón Bonaparte, quien en 1804, con todo el poder que le conferían sus cargos, se autoproclamó Napoleón I, emperador de rodos los franceses y rey de Italia). Y lo concluía diciendo que ésta era "la única guerra que hemos ganado, aunque les de risa que se llame de los pasteles, eso celebramos."

El discurso es toda una joyita que, aunque gracioso, tristemente nos muestra la pésima situación que guarda la educación en algunos lugares. De manera, que esos 160 millones que Calderón gastó para celebrar, habrían sido mejor utilizados en invertirlos en un buen programa que enseñara a alumnos, maestros y directores, lo que pasó en Puebla aquel cinco de mayo de 1862.

Finalizo esta entrada con una frase tomada de la correspondencia de Zaragoza días antes de la batalla:
No encuentro por qué medios evitará México el sufrimiento que la presente lucha le traerá, y tenemos que resignarnos una vez que la fuerza armada extranjera ha hollado nuestro suelo, sucumbiendo en último caso, pero con honra.
Ignacio Zaragoza, abril 29, 1862. 
No, Zaragoza no esperaba un triunfo ante un enfrentamiento con los franceses (tal como lo dice el video que puse al principio). Él estaba consciente de las condiciones tan precarias de su tropa, del poco armamento con el que contaba, y para colmo, batallaba con la falta de apoyo de los habitantes de la ciudad que sólo estuvieron presentes para festejar un triunfo como si hubiesen puesto todo de su parte. Tan increíble fue ese triunfo que Porfirio Díaz, quien también estuvo en aquella batalla escribió años después:
Esta victoria fue tan inesperada que nos sorprendimos verdaderamente con ella, y pareciéndome a mi una ficción, divagué en la noche sobre el campo para ratificar la verdad de los hechos con el mudo testimonio de los cadáveres del enemigo, con las conversaciones que los soldados tenían alrededor del fuego y con las luces lejanas del campamento contrario.
Porfirio Díaz, Memorias.
No me queda más que decir...
Bonito cinco de mayo. 

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