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Los periódicos ingleses han venido hablando estos días, de un suceso misterioso ocurrido en una de las cortes de Alemania. Parece que la esposa del gran elector, estaba leyendo en el Charivary prusiano, una composición humorística que hacía reír al público a costa de su esposo, cuando entrando éste de súbito a su habitación, y sin encomendarse a Dios ni al diablo, empezó a dar a aquella una tunda, como pudiera hacerlo cualquier hombre de baja esfera. Al verse la gran electora objeto de tales caricias, empezó a dar gritos que alborotaron el palacio. Acudió inmediatamente un criado de la cámara contigua, pero el irritado elector lo recibió a puntapiés; el criado, que no era manco, cogió el pié de su señor en uno de los movimientos ascendientes, y le hizo dar con el cuerpo en tierra, derribando al caer una mesa, un espejo, y otros diversos objetos. Este porrazo causó al gran elector una herida en la cabeza, a consecuencia de la que tuvo que meterse en cama; pero dio orden al mismo tiempo de que despidiese a toda la servidumbre si el público llegaba a traslucir el mínimo detalle del suceso. Semejante ha sido inútil, pues hoy la Alemania y la Europa entera, se ríen a carcajadas de lance tan extraño.
Publicado en El Constitucional, agosto 26, 1862.
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