Confesión


Cuando mi error y tu vileza veo,
contemplo, Silvio, de mi amor errado
cuán grave es la malicia del pecado
cuán violenta la fuerza de un deseo.
   A mi mesma memoria apenas creo
que pudiese caber en mi cuidado
la última línea de lo despreciado
el término final de un mal empleo.
   Yo bien quisiera, cuando llego a verte
viendo mi infame amor, poder negarlo;
mas luego la razón justa me advierte
   que sólo se remedia en publicarlo;
porque del gran delito de quererte,
sólo es bastante pena, confesarlo.
Sor Juana Inés de la Cruz

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