Una amable e inofensivo «no»



[...] en lo más íntimo de su atribulado corazón, sentía en ese momento una ligera punzada de decepción, por algo que no se atrevía a reconocer. Oak en ningún momento había manifestado su deseo de verla libre para poder casarse con ella... en ningún momento había dicho: «Yo también puedo esperarla, igual que él». Ése era el aguijón que tenía clavado. Y no porque hubiese prestado oídos a tales hipótesis. Nada de eso... ¿Acaso no dejaba de decir que ese tipo de pensamientos sobre el futuro eran inoportunos, y acaso no era Gabriel demasiado pobre para hablarle a ella de sus sentimientos? Pero al menos podía haber insinuado algo sobre su antiguo amor por ella, o haberle preguntado, como quien no quiere la cosa, si podía hablarle de él. Eso habría sido bonito y considerado, si no más; y en tal caso ella habría demostrado lo amable e inofensivo que el «no» de una mujer puede ser en ocasiones.

—Thomas Hardy, Lejos del mundanal ruido

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